El huerto escolar es un excelente recurso para convertir los centros educativos en lugares que posibiliten a un alumnado mayoritariamente urbano, múltiples experiencias acerca de su entorno natural y rural, entender las relaciones y dependencias que tenemos con él, y poner en práctica actitudes y hábitos de cuidado y responsabilidad medioambiental.
Actualmente vivimos en una sociedad industrial desarrollada que evoluciona hacia una sociedad de servicios. Este desarrollo ha llevado a la progresiva desaparición de las huertas que hasta no hace mucho se localizaban en las zonas rurales y periferias de las ciudades; al desconocimiento de los procesos de producción por parte de los consumidores, a valorar un producto agrícola no como alimento sino más bien por su aspecto, su precio, su transformación para su uso inmediato,… En definitiva a la desaparición de la cultura agrícola y alimentaria.
El huerto escolar puede ser un interesante instrumento para tocar todos estos temas desde una perspectiva vivencial y de responsabilidad personal. Valorar el conocimiento de nuestros mayores, en especial abuelas y abuelos, ser responsable de la buena marcha de la cosecha, conocer los ciclos de los seres vivos y sus interacciones, comer productos saludables y que hemos sembrado nosotros mismos, …. Todos estos aspectos, de las áreas curriculares, de la educación en valores, de la educación ambiental, pueden ser integrados en el trabajo docente gracias al huerto escolar.